Traducción literaria: un arte y una ciencia
El próximo 23 de abril se celebra el Día Mundial del Libro, una fecha muy esperada por escritores/as, editoriales y amantes de la lectura. ¡Pero también por los traductores/as!
Nunca en la historia de la literatura hemos tenido a nuestro alcance tantas obras ni la posibilidad de leer en nuestros idiomas a autores de apellidos impronunciables. Y todo ello gracias a la traducción literaria. Por ello, este mes dedicamos nuestro artículo a desentrañar algunas de sus características y desafíos:
La dualidad del proceso:
La traducción literaria es, en su esencia, una dualidad fascinante. Por un lado, es una “ciencia” que exige un profundo conocimiento de las estructuras lingüísticas y gramaticales. El traductor literario debe ser un experto lingüista que conozca los matices de cada palabra para capturar la esencia del texto original.
Pero, al mismo tiempo, la traducción literaria es un “arte” que requiere creatividad y sensibilidad para transmitir la emoción y lo intangible de cada obra.
Preservar la voz original:
La verdadera magia de la traducción literaria radica en la capacidad de preservar la voz del autor original. Cada escritor tiene un estilo distintivo, un ritmo peculiar y una forma única de jugar con las palabras.
Mantener esta voz en la traducción es un arte que implica comprender no solo el contenido de las palabras, sino la intención del autor, asegurándose de que su esencia artística y estilística suenen con autenticidad en el nuevo idioma.
Es muy popular el dicho “traduttore, traditore” que precisamente hace referencia a la dificultad de preservar en otro idioma la esencia del texto original.
Desafíos y decisiones creativas:
En el proceso de traducción literaria, los traductores se enfrentan a desafíos únicos.
Por ejemplo, la ambigüedad de los conceptos o los juegos de palabras son herramientas literarias muy poderosas, pero también fuentes de complejidad en la traducción. Incluso hay expresiones que simplemente no tienen equivalentes directos en otros idiomas.
¿Cómo traducir juegos de palabras intraducibles? ¿Cómo capturar la musicalidad de un verso en otro idioma? Estas decisiones son cruciales y requieren una gran dosis de creatividad.
Códigos culturales:
La literatura está intrínsecamente ligada a la cultura de la que surge. Las referencias culturales, los contextos históricos y las costumbres locales tejen la trama de muchas obras.
El traductor literario no solo debe ser un experto de los idiomas, sino también un conocedor profundo de las culturas involucradas. Desentrañar estos códigos culturales es esencial para transmitir la riqueza de la obra original.
Los traductores también son autores:
¿Por qué? Porque la traducción es una obra nueva o más concretamente una obra “derivada”.
Aunque ya sea habitual que en la portada de los libros y en la página de créditos se reconozca la autoría de la traducción, durante muchos años pasó totalmente desapercibida.
La Ley de Propiedad Intelectual finalmente reconoció los derechos de los traductores como autores, ajustándose así a la regulación internacional.
Quizás por ello José Saramago afirmó “los escritores hacen la literatura nacional y los traductores la literatura universal”.